martes, 20 de junio de 2017

Un cubetazo de agua


Apresurada para llegar a mi trabajo, paso por debajo de un balcón y escucho cómo cae el agua de un segundo piso. Algo helado y húmedo se asienta en mi espalda, despertándome a la realidad. Por un par de segundos me quedé como estatua, comenzando así una conversación silenciosa:

 - ¿Qué acaba de suceder? ¿Me arrojaron una cubeta de agua?
 ¡Sí, eso pasó! ¡No lo puedo creer! ¿Qué hago? ¿Le reclamo?
 ¿Me regreso corriendo a mi casa a cambiarme?

 Y entre todo ese embrollo mental solo atine a gritar
 - ¡OIGA SEÑOR ME MOJÓ!

 Y en eso veo la cabeza de una viejecilla asomándose en el balcón. Parece un poco sorprendida y me dice que me quede ahí, yo obedezco al no atinar qué hacer, mis ojos solo buscaban algún consuelo en la calle y para mi gracia o desgracia no había ni un alma.

 De repente llega la señora, me ofrece una toalla y comienza a secarme
 - Oh sí solo fue un poco en la espalda - dice.

 Y me ofrece una blusa para cambiarme, yo miro la hora y le digo que mejor lo deje así. Enseguida me alejo escuchando la promesa de que nunca más va a tirar el agua por el balcón.

 Y así todos los días paso por ahí, pero ahora con desconfianza y mejor por la vereda de en frente, no vaya a ser que el agua me alcance otra vez, porque no le creí mucho a esa viejecilla. Y tengo razón, pues siempre que paso, la evidencia de su fechoría se presenta con una mancha húmeda debajo de su balcón.
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Y resumiendo, así fue como un cubetazo de agua me inspiró a abrir de nuevo un blog, para escribir sobre mis aventuras, desventuras, mi sentir, mis sueños y pesadillas, desahogarme, crear historias, descubrir nuevos panoramas, enseñar y aportar sobre lo que sé, pero sobre todo conocerme mejor y pensar que lo que me pasa, quizás, no es tan terrible.

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