Entre abril y mayo de este año, me surgió la curiosidad por tomar un taller de cuento corto, me dejé llevar por el destino, la emoción y porque accidentalmente me habían depositado dinero de más en mi quincena, y era justo lo que necesitaba para pagar mi taller.
¿Coincidencias de la vida? No lo sé, el hecho es que después tuve que reponer ese dinero, fui honesta y di aviso del error. Pero el precio que pagué fue poco por todo lo que recibí.
Conocí a personas increíbles y con mucho talento para escribir, personas con las que aún tengo contacto y que espero que con el pasar del tiempo se llegue a consolidar una amistad. A pesar de nuestra diferencia de edades y de profesiones, nos mantiene unidos el amor por la escritura y la lectura.
No puedo describir con exactitud lo que sentí el primer día de clases, nuestro profesor nos hablaba de sentirnos dioses, pues al escribir te conviertes en uno, creas tu propio mundo. Hablaba también sobre el ego del escritor, la escritura como un medio catártico...Y vualá me vino la idea para mi primer historia.
Este escrito habla de lo que viví en uno de mis viajes al sur de Chile, quise liberarme de todo ese estrés que llegué a sentir y convertirlo en algo liberador y chusco, porque al final de mis dramas, enojos, tristezas, siempre se esconde algo porqué reírse.
Les dejo el link del cuento, donde también se aceptan sus comentarios - Noctívago -
¡Gracias!
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